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RECUPERAR LOS BOSQUES TRAS LOS INCENDIOS

Todos nos preocupamos cuando, a través de los distintos medios de comunicación, vemos imágenes de incendios forestales que nos muestran bosques ardiendo sin control, llamas acercándose a poblaciones rurales y vecinos huyendo de sus viviendas contemplando cómo su paisaje, sus casas y pertenencias, se queman. Pero cuando acaban las llamas, las noticias desaparecen, y con ellas el interés social. Y es ahí cuando realmente debemos mostrar la máxima preocupación, pues resulta vital recuperar los bosques tras los incendios si queremos restablecer la armonía de esos entornos sociales afectados por las llamas.

 

 

Sin obviar esta profunda tragedia humana y económica que suponen los incendios, es necesario decidir como manejar los bosques incendiados para minimizar las pérdidas y restaurar las funciones y bienes de estos ecosistemas, así como su biodiversidad. Cualquier iniciativa en este ámbito debe contar con la aprobación de expertos en la materia,  ya que las actuaciones equivocadas pueden producir graves daños ecológicos y económicos a pesar de las buenas intenciones.

 

 

La Fundación Internacional para la Restauración de Ecosistemas, la comisión Académica del Máster U. De Restauración de Ecosistemas (UAH, UCM, UPM y URJC) y la Red de Investigación Remedinal compartieron un comunicado exponiendo su posición, estando de acuerdo en que para acometer la restauración y recuperar los bosques tras los incendios, se deben considerar tres horizontes temporales: corto, medio y largo plazo.

 

 

Tras los incendios, es prioritario prevenir las pérdidas de suelo por erosión y la escorrentía cargada de ceniza

 

 

ACTUACIONES TRAS UN INCENDIO FORESTAL A CORTO PLAZO

 

A corto plazo, durante el primer año, es necesario evaluar la respuesta de las áreas quemadas, en particular la funcionalidad del suelo y la capacidad de regeneración natural de la vegetación, por ejemplo valorando la viabilidad del banco de semillas, el rebrote de las plantas quemadas y la potencialidad del paisaje circundante como fuente de semillas.

 

 

Tal y como expusimos en el artículo “El suelo: el gran perjudicado tras los incendios”, las consecuencias de los incendios forestales sobre el suelo son diversos, y su importancia aumenta con la frecuencia de los episodios incendiarios en una misma zona. Si no transcurre el tiempo necesario para que el bosque se recupere de modo natural, se produce una degradación progresiva del mismo, y con él, de los suelos sobre los que se desarrolla.

 

 

Por ello, en ésta primera fase, se recomienda realizar solamente actuaciones de emergencia dirigidas a minimizar los daños asociados al incendio. Es prioritario prevenir las pérdidas de suelo por erosión y la escorrentía cargada de ceniza; para ello, una buena estrategia es crear una cubierta de paja o ramas en zonas de alta pendiente, preferiblemente con paja de origen local para evitar que contenga semillas de especies exóticas.

 

 

También se debe mitigar los daños a los sistemas de agua potable y proteger las zonas próximas de vegetación no incendiada. A corto plazo no es oportuno, e incluso puede resultar contraproducente, realizar reforestaciones, sobre todo si éstas requieren maquinaria pesada que podría compactar el suelo y agravar los problemas de erosión.

 

 

Con la información obtenida en la evaluación se podrán distinguir las áreas donde la regeneración natural es adecuada y,  por tanto, no es precisa ninguna intervención, de aquellas en las que es necesario diseñar actuaciones para su posterior siembra o plantación se éstas son estrictamente necesarias.

 

Tras el incendio se debe mitigar los daños a los sistemas de agua potable y proteger las zonas próximas de vegetación no incendiada

 

 

 

ACTUACIONES EN EL MONTE QUEMADO A MEDIO PLAZO

 

A medio plazo, de uno a cinco años, la prioridad es el restablecimiento de una cubierta vegetal correctamente diseñada. Esta fase requiere de una planificación adecuada y no siempre conlleva la necesidad de actuar (es decir, la restauración forestal activa). Es preferente la regeneración natural o restauración forestal pasiva si ésta es posible. Desde el punto de vista de la biodiversidad y el funcionamiento de los ecosistemas, un incendio no necesariamente implica una catástrofe, ya que los ecosistemas (al menos en su estado “natural”) suelen tener una alta capacidad de regeneración y hay numerosas especies de plantas que incluso requieren de los incendios para medrar.

 

 

Los efectos de los incendios son espacialmente heterogéneos, generándose un mosaico de manchas con distinto grado de afectación, y las manchas y rodales menos quemados suministrarán semillas y refugios para la fauna forestal. Las decisiones precipitadas acerca de las actuaciones a tomar (p.ej. saca generalizada de la madera o plantaciones masivas de árboles) pueden reducir la capacidad de regeneración natural del ecosistema y generar nuevos problemas.

 

 

Igualmente, la extracción de los árboles quemados no debe ser generalizada (excepto en zonas donde su caída supongan un claro riesgo, como cerca de caminos), ya que éstos cumplen funciones clave para la regeneración como frenar la erosión, liberar nutrientes, suministrar semillas, proporcionar refugio y alimento a numerosas  especies y facilitar la labor de las aves dispersoras. Además, las actividades de extracción de la madera quemada suelen generar pérdida de suelo y destruir parte de la regeneración natural. Estos argumentos deben sopesarse frente al beneficio económico de la tala y el riesgo real que puedan suponer (p.ej. expansión de plagas o nuevos incendios).

En contraste, donde la vegetación afectada es exótica, los incendios a menudo incrementan su capacidad invasora y por tanto las actuaciones deben priorizar su reducción y la regeneración de la cubierta vegetal con especies nativas.

 

 

ACTUACIONES A LARGO PLAZO CENTRADAS EN LA PREVENCIÓN

 

A largo plazo (más de cinco años) se requieren cambios profundos en la política forestal para la prevención de los grandes incendios. Estos cambios deben dirigirse principalmente a:

 

  • El restablecimiento de la vegetación autóctona.
  • Una política social que favorezca el repoblamiento rural y la restauración de un régimen de perturbaciones que limite la cantidad de material combustible en el monte, incluyendo la reintroducción de herbívoros tanto domésticos como salvajes y, en algunas ocasiones, la restauración de un régimen de incendios controlados.
  • La planificación de las actuaciones de prevención de los incendios.
  • La aplicación de políticas destinadas a la mitigación de los efectos del cambio climático, en particular la adaptación de los ecosistemas al aumento de la aridez.

 

 

En el caso concreto de los bosques atlánticos, cuya productividad a menudo es elevada, la política forestal debe promover modelos de gestión que armonicen la producción de bienes de alto valor económico con el mantenimiento de otros servicios ecosistémicos. Estos bienes no son sólo madera y, en el caso de la madera, es preferible que ésta sea de elevado valor financiero (robles, nogales y castaños, por ejemplo).

 

 

Las decisiones precipitadas acerca de las actuaciones a tomar tras el incendio pueden reducir la capacidad de regeneración natural del ecosistema y generar nuevos problemas

 

 

CONCLUSIONES

 

La palabra que tiene que imperar para recuperar los bosques tras los incendios es paciencia. Son necesarios muchos años para que los bosques vuelvan a parecerse a lo que fueron. Dicho esto, en ASHES TO LIFE compartimos la posición de La Fundación Internacional para la Restauración de Ecosistemas, la comisión Académica del Máster U. De Restauración de Ecosistemas (UAH, UCM, UPM y URJC) y la Red de Investigación Remedinal, y estamos convencidos de que si no se introducen cambios en los procesos de restauración corremos el riesgo de perder la herencia de los bosques quemados y la oportunidad de recuperar sus servicios ambientales.

 

 

En los próximos años los Grandes Incendios Forestales (GIF) continuarán cobrando protagonismo porque el verdadero problema de fondo es que en el actual contexto de abandono y falta de gestión existen grandes masas de bosque con alta probabilidad de sufrir incendios.  La política actual de lucha contra los incendios forestales basada en importantísimas inversiones en dispositivos de extinción es insuficiente, y falla en el enfoque de base. Es mucho más lógico, eficaz y rentable prevenir impactos y riesgos, antes que corregir daños, pero en la lucha contra el fuego, la prevención y la restauración de los ecosistemas se siguen concibiendo como un gasto y no como la inversión de futuro que son.

 

 

Como exponíamos en el artículo de este mismo blog “La nueva generación de incendios forestales requiere nuevos enfoques”, es vital comprometerse a encontrar nuevas soluciones y alternativas eficaces que se adapten a este contexto. En este sentido, el Proyecto de Investigación Medioambiental ASHES TO LIFE Project se presenta como una nueva alternativa que puede ayudar a recuperar los bosques tras los incendios. El camino por recorrer es largo, pero estamos convencidos de que la causa merece todos los esfuerzos. ¿Nos ayudas a convertirlo en realidad?

 

ASHES TO LIFE #CuidaTuPielYlaDelPlaneta

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ASHES TO LIFE

Queremos devolver a la vida los bosques incendiados transformando parte de sus cenizas en productos ecológicos. #CUIDATUPIELYLADELPLANETA

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